Un juez no solo debe ser un buen juez, sino sobre todo una buena persona, y no solo debe serlo, sino aparentar serlo, es decir no solo basta la esencia sino la apariencia que proyecte ante la sociedad de ser un juez bueno y correcto. Sin embargo surge la interrogante, garantiza que un juez bueno imparta justicia de manera objetiva? o puede que esa sensibilidad de ser un juez bueno le conlleve a, en circunstancias, administrar justicia motivado por la subjetividad y no por la objetividad. Ello conlleva a una reflexión en el sentido de que de nada sirve que un juez sea bueno sino es objetivo, y de nada sirve un juez objetivo sino es buena persona, por ende, considero que ambas premisas deben ir de la mano, es decir, un juez tiene que ser buena persona y a la vez debe ser objetivo en sus decisiones para así no afectar la imparcialidad y la objetividad en sus decisiones e impartir justicia con calidad y probidad. Por ende el juez bueno debe serlo y también parecerlo.